La aprobación pontificia
de la Institución Teresiana
Estamos ante un acontecimiento que, junto a su trascendencia jurídica, afectó desde su misma entraña a la eclesialidad viva del creyente Pedro Poveda.
Ver aprobada aquella Institución, nacida entre desvelos incontables, con un inagotable laboreo de fe y de acción, le aseguraba, más allá de los aspectos pragmáticos, más allá de las circunstancias mismas en que tuvo lugar, la calidad y el carácter genuino de su Obra, su credibilidad, la confirmación autorizada de un camino abierto a impulsos del Espíritu.
Un camino experimentado sin interrupción como posible en el contexto católico, pero que necesitaba ser verificado por la autoridad eclesial.
El acontecimiento ensanchó el ánimo del hombre de fe Pedro Poveda. El impulso del Espíritu actuó de modo tangible en el proceder de las personas y circunstancias diversas que intervinieron en el proceso; ritmos humanos de una aventura más que humana, ritmos de fe y de entrañable solicitud.
El corazón de este hombre de Dios descansó al ver que su Obra era, ahora de modo incuestionable, Obra de la Iglesia.
El hecho nos coloca ante una perspectiva de gran transcendencia para la vida asociativa de la Iglesia y el desarrollo del laicado.
Una asociación laical es saludada por la Iglesia, aceptando sus propias características quizá no presentidas con anterioridad. Con ella se abre un camino nuevo, un paradigma nuevo, un modo nuevo de dialogar con el mundo, haciendo posible la encarnación de una vida de creyentes en medio de las estructuras de la sociedad. Podemos decir con estremecimiento y gratitud que el acontecimiento toca la historia de la Iglesia. El significado de este hecho, apreciado a la distancia de un siglo, nos remite al desarrollo del laicado, apuntalado en su formulación por el Concilio Vaticano II, pero precedido por experiencias como la de Poveda que prepararon esa conciencia y esa concreción.
Hoy podemos hablar de una sensibilidad crecida, de un tiempo de indiscutibles avances y de un reto de urgente actualidad en la vida de la Iglesia.
La aprobación pontificia de la Institución Teresiana como asociación de fieles laicos transciende la misma Institución. La Iglesia acogía los nuevos gérmenes de vida y evangelización que apuntaban en ella con gozosa benevolencia.
Aránzazu Aguado Arrese
Extractos del “Prólogo” en Flavia Paz Velázquez, Pedro Poveda en Madrid. Arraigo y expansión de una idea.
Narcea. Madrid 2003.